La preocupación por el mercado del alquiler se mantiene. El legislador, las administraciones y los ciudadanos solemos tratar el tema desde un punto de vista meramente legislativo, referido a la específica normativa de aplicación a los alquileres así como a la procesal en orden fundamental al desahucio y reclamación de rentas. Y pasa el tiempo, se suceden los acontecimientos y parece que no mejoran los arrendamientos.
No olvidemos que el porcentaje de vivienda en alquiler en España en comparación con otros países europeos sigue siendo exiguo. Es cierto que el mercado del alquiler empieza a despegar amén de la situación económica y la dificultad para acceder al crédito hipotecario, pero todavía queda por experimentar un cambio en la mentalidad de los potenciales inquilinos.
En las grandes ciudades asistimos a un incremento cada vez mayor del número de viviendas vacías. El último censo de población y vivienda realizado en 2001 cifraba en más de 3 millones los inmuebles vacíos en nuestro país. Para los más escépticos, son ya 5 millones las viviendas que figuran como tales, cerca del 20% del parque inmobiliario español. Habrá que esperar a conocer el nuevo censo de vivienda, que está previsto que se publique a finales del presente año, para saber si en 11 años el aumento ha sido tan espectacular como se comenta.
Aunque los esfuerzos legislativos son importantes y necesarios, tampoco son suficientes. No llegaremos a un acuerdo al respecto. Pero lo que sí debemos tener en cuenta es que gran parte de la dificultad del alquiler reside en nosotros, en los particulares.
No hace mucho en un medio de comunicación aparecía como noticia la idea llevada a la práctica por muchos neoyorquinos de citarse en un bar para ofrecer el arrendamiento de pisos y habitaciones o, en otro caso, acudir en búsqueda del alquiler. Independientemente de este modo de operar, lo que ahora interesa señalar es que la noticia revela que hay una sociedad civil, unos particulares, que se mueven buscando solución al problema del alquiler y, a ese objetivo, otorgan importancia al trato personal con la persona que ofrece o busca un piso para arrendar.
No lo sabemos o se nos olvida. El éxito del arrendamiento muchas veces va unido al esfuerzo en la lucha por alcanzar su buen fin, unido al conocimiento personal de la parte contraria. Las relaciones personales, cercanas, llevadas con honestidad, dan resultado. Se arrienda más porque desaparecen miedos y recelos muchas veces injustificados.
Por Gabriel de Alvear Pardo.
Abogado y colaborador de CAFMadrid
Colegio Profesional de Administradores de Fincas de Madrid
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